Nota de Prensa Inpar y Acipa.
La llegada
del ferrocarril en 1851 (la segunda línea de la península, la tercera de España
y la primera que conectaba la capital del Reino) supuso una auténtica
revolución industrial en nuestra ciudad. Más allá de aquellos primitivos
impulsos industriales vinculados al agua, la serrería y las actividades de
transformación de productos agrícolas, la llegada de la línea férrea propició
la construcción de naves, aserraderos, almacenes e infraestructuras de
tratamiento de los materiales ferroviarios que se intensificaron conforme
aumentaba el peso de este sector en Aranjuez, al calor de los nuevos enlaces
ferroviarios con Levante y la meseta.
Estas
industrias se localizaron en torno al eje formado por las dos antiguas
estaciones situadas en el entorno próximo de la ciudad, como es el antiguo
embarcadero, situado frente al Palacio Real y la antigua estación de Cuenca
(situada en la línea que conectaba esta ciudad con Aranjuez) Con la
desaparición de ambas estaciones por motivo de la operatividad ferroviaria, y
la construcción de una nueva (la actual) en 1929, gran parte de la actividad
industrial y la primitiva logística se concentró en el entorno del Raso de la
Estrella. Con todo, siguiendo el eje de la vía férrea a Cuenca y las líneas a
Levante, así como otras grandes industrias instaladas, seguían presentes en el
entorno empresas de tratamiento de materiales ferroviarios, como por ejemplo
aquellas encargadas del mantenimiento de las esenciales traviesas de madera.
Este material, al estar expuesto a la intemperie, estaba sujeto a un costoso
reemplazamiento, por lo que las traviesas de este material debían ser tratadas
previamente para evitar su deterioro. La solución que se adoptó fue la del
creosotado.
Se estandarizaron
dos sistemas de creosotado de las maderas, el de impregnación de la misma con
cloruro de zinc y creosota y la otra el impregnado de la madera con la creosota
calentada. En ambos casos (en el primero un pretratamiento de la madera por
vapor y en el segundo, por calentamiento de la creosota entre 105ºC y 115ºC)
era necesaria la presencia de calderas y de elementos suministradores de calor
con sus correspondientes depósitos de combustible y sus circuitos de entrada y
salida de agua.
El
tratamiento con creosota de traviesas, así como otros elementos de madera como
postes de telegrafía ofrecía grandes ventajas (por sus características
físico-químicas no reaccionaba con los metales que formaban parte de las
estructuras de madera y por su naturaleza oleosa los protegía de la humedad
ambiental evitando su oxidación pero al tiempo permitiendo “respirar” a la
madera, permitiendo su hidratación sin que esta se resquebrajara. No obstante,
entre sus desventajas estaba la presencia de elementos altamente cancerígenos,
no tanto en condiciones normales de uso sino en condiciones de combustión y
nebulizado, propios de su proceso de síntesis o de impregnación de la
madera.
Por ello
la madera tratada con este material debía ser quemada en hornos especiales ya que
su combustión a la intemperie libera compuestos a la atmósfera como los benzo o
benzapirenos (de la familia de los hidrocarburos aromáticos policíclicos o
HAPs) Se tiene constancia desde hace bastantes años de la naturaleza
cancerígena de este compuesto e incluso de enfermedades profesionales
relacionadas con estos productos (una variedad de cáncer de escroto conocida
como la “enfermedad del deshollinador” por acumulación de partículas derivadas
de la combustión de maderas) e incluso se especula con posible contaminación
alimentaria por combustión de maderas o carbones. Independientemente de la
conocida presencia de elementos altamente tóxicos para la salud presente en
estos compuestos de tratamiento de maderas así como los residuos de la
combustión de las mismas, no cabe duda de que las empresas que trabajan con
estos materiales deben dedicar esfuerzos en la manipulación, traslado así como
eliminación de los mismos.
En el caso
que nos ocupa, los antiguos talleres de creosotado estaban ubicados en la zona
conocida hoy en día como Las Traviesas (nombre, por otra parte, bastante
esclarecedor) más concretamente los terrenos colindantes a la vía férrea
Madrid-Cuenca, propiedad actual del Administrador de Infraestructuras
Ferroviarias (ADIF) y situado al final de las calles Avenida de Loyola e Isidro
González Velázquez. En las imágenes del parcelario urbano de 1975 se puede
comprobar la existencia de instalaciones sobre rasante (aunque también existía
un complejo de instalaciones bajo rasante, pasos inferiores bajo el haz de vías
férreas, así como una serie de depósitos de agua y de combustible dentro de las
instalaciones. Además, en la parcela también se almacenaban decenas, quizá
centenares de miles de traviesas de madera, unas tratadas y otras a la espera de
tratamiento.
El 16
marzo de 1977, un gigantesco incendio (comparable por dimensiones al reciente
del cementerio de neumáticos de Seseña) destruyó cientos de miles de traviesas
de madera, con llamas que en algunos momentos alcanzaron los cincuenta metros de
altura y que requirió la presencia de más de diez dotaciones de bomberos de
toda la comarca e incluso de Toledo y Madrid. Incendio que tardó días en ser
sofocado y que, aunque el casco urbano de Aranjuez estaba entonces más alejado,
sí se temió que se extendiera a las colindantes instalaciones de la actual
división de farmacia del grupo ERCROS
(entonces CEPA) y la antigua Azucarera.
Con el
tiempo, la zona fue abandonándose y cayó completamente en desuso, sobre todo
por la progresiva utilización de las traviesas de hormigón en detrimento de las
de madera. A principios de los 90, con la urbanización de las parcelas
colindantes (el desarrollo de Olivas) esta amplia franja de tierra comprendida
entre la calle de las Traviesas, la parcela ocupada por la actual división de
farmacia de ERCROS y la vía férrea Madrid-Cuenca quedó completamente
abandonada, así como las instalaciones que en ella había instaladas.
En febrero
de 2016, pudimos comprobar (tras una denuncia vecinal por vertidos de escombros
al final de Isidro González Velázquez y Avenida de Loyola) la existencia (al
derruirse parte de las instalaciones que las cobijaban) la existencia de tres
antiguos depósitos metálicos (probablemente los antiguos depósitos de
combustible) bajo rasante rellenos de agua mezclada con un líquido bituminoso,
de consistencia similar a la del fuel y que en algunas zonas impregnaba la
tierra circundante. A esto había que añadir pequeños montículos de alquitrán
solidificado, amén de toda clase de basura, escombros, alcantarillado sin
cerrar así como oquedades en el terreno que permitían acceder a la
infraestructura subterránea preexistente. Tras la denuncia ante los medios, los
dueños del terreno procedieron al vallado de los tres tanques exclusivamente,
proceder a la clausura de algunas bocas de alcantarillado, y poco más.
No
obstante, un año después se ha repetido la visita y hemos podido comprobar que
tras la utilización de maquinaria pesada, se ha procedido a derruir la
totalidad de elementos construidos que quedaban en pie y se ha procedido a
cubrir los antiguos tanques con los escombros procedentes de la demolición. Por
la disposición de los escombros y la presencia entre los mismos del vallado que
se dispuso rodeando los antiguos tanques, da la genuina sensación de que no se
ha procedido a la limpieza ni retirada de los líquidos bituminosos presentes en
estas instalaciones abandonadas, además del fuerte olor a alquitrán que inunda
toda la zona.
Más allá
de la sensación subjetiva de abandono y de dejadez que presenta la zona (más
propia del escenario de una película post-apocalíptica que de la periferia de
una ciudad Patrimonio de la Humanidad, desde Iniciativa por Aranjuez y acipa
consideramos que no se puede consentir que ningún propietario, sea quien sea,
tenga sus instalaciones en un estado semejante. No se trata solamente del
aspecto estético, o de la falta de rendimiento económico que tienen estos
terrenos situados en lo que debería ser una de las principales zonas de
generación de actividad productiva que tenemos en Aranjuez, se trata también de
la posible presencia de elementos contaminantes, peligrosos para la salud y
peligrosos también para el medio ambiente, más aún teniendo en cuenta la
relativa cercanía del Canal de las Aves y de la posible filtración al sistema
de aguas subterráneas con una más que probable afección al río Tajo.
Toda la
zona oeste, en especial los suelos vinculados al eje de la carretera de Toledo
así como a la operación urbanística de conexión entre Avenida de Loyola y dicha
carretera, tienen la calificación de Industria General así como Pequeña
Industria y Talleres en los suelos del entorno de la antigua Azucarera (joya de
la arquitectura industrial completamente abandonada) Por otra parte, los suelos
de Traviesas (que comprenden precisamente la zona más afectada por los desechos
de la anterior actividad fabril) serían objeto de una transformación
urbanística, prolongación de la calle Isidro González Velázquez, delimitando
nuevas manzanas de viviendas.
El espacio
objeto de denuncia y que deber ser inspeccionado por los servicios técnicos y
medio ambientales del Ayuntamiento, está definido en los usos pormenorizados
del suelo urbano como ZONA X, pendientes de pormenorización pendiente del
adecuado ordenamiento, a desarrollar por el P.E.R.I. de la Estación, según la
Cartografía Digital del Área Urbana del PGOU de 1996.
Por otro
lado, la normativa respecto a la eliminación y tratamiento de los materiales
utilizados en el pasado en las instalaciones antes referidas y probablemente
aún presentes en el subsuelo o deficientemente almacenados, es de alcance
comunitario. La Comisión Europea, a través de la Directiva 2011/71/UE
estableció una nueva normativa para el uso y comercialización de la sustancia
activa conocida como creosota en productos biocidas de tratamiento de maderas,
en virtud de su naturaleza tóxica para salud y medio ambiente. Hoy en día no es
extraño ver traviesas de madera, postes o vallados con madera tratada con este
material (incluso en parques infantiles) y la normativa propone limitar y
reducir su uso aunque no obliga a su retirada, al no ser una sustancia
especialmente volátil en la madera tratada. Cuestión distinta es su contacto
directo con el medio ambiente, amén de los subproductos de su combustión como
los HAPs (benzopirenos, entre otros…) y su posible lixiviado tras su contacto
con agua (como por ejemplo tras la extinción del incendio de 1977)
Además, la
Ley de la Comunidad de Madrid sobre residuos establece, para la gestión de
residuos de construcción y demolición, en su capítulo V, que la Entidad Local
correspondiente debe establecer mecanismos de control para garantizar la
correcta gestión de los RCDs (residuos de construcción y demolición) generados
en su término municipal. Y en cuanto a los residuos considerados peligrosos,
serían objeto de infracciones graves o muy graves el vertido o eliminación
incontrolados de los mismos siempre que se haya puesto en peligro grave la
salud de las personas o medio ambiente, o cuando la actuación tenga lugar en
espacios protegidos, tal y como se recoge en su artículo 71 dentro del capítulo
de régimen sancionador.
Por estas
razones, desde ambos grupos municipales consideramos que, además de solicitar
al equipo de gobierno la adopción de acciones tendentes a la reclamación al
Administrador de Infraestructuras Ferroviarias para el correcto mantenimiento
de sus propiedades (máxime cuando de sus actuaciones pueden derivarse daños
para el medio ambiente y las personas) también se debe dar traslado de este
tema, con el aval de la Corporación Municipal, a la Fiscalía de Medio Ambiente
y Urbanismo de Madrid, dada la especial gravedad de los hechos y a la inacción
comprobada durante todos estos años.
En
consideración con lo expuesto, tras haber transcurrido al menos un año desde
que ADIF toma conciencia de la existencia de vertidos de carácter industrial y
potencialmente peligrosos para la salud y el medio ambiente (al proceder
primero a su vallado y después a su cubrimiento con escombros en sus
instalaciones) y la falta de adopción de medidas destinadas a la eliminación de
dichos residuos además de los inertes que los cubren, los Grupos Municipales
proponentes venimos a trasladar para su aprobación por Pleno de la Corporación
lo siguiente:
1. Instar al Gobierno Municipal a que de manera urgente, transmita
las indicaciones necesarias para que los técnicos municipales, de urbanismo y
de medio ambiente, se personen en la citada zona para evaluar los vertidos y
acumulación de residuos.
2. Que los servicios municipales evacuen informe sobre los residuos
existentes y los incumplimientos que en materia urbanística y medio ambiental,
se estén produciendo de las ordenanzas municipales, en caso de que existan.
3. Que existiendo incumplimientos de las ordenanzas, se advierta a la
dirección de ADIF de tales incumplimientos y se establezcan plazos para la
total y absoluta limpieza de la zona.
4. Que existiendo incumplimientos se incoe expediente administrativo,
considerando la reiteración de infracción, y se dé traslado al Fiscal de Medio
Ambiente de la Comunidad de Madrid.
Aranjuez 6
de febrero de 2017
Portavoz G.M. In-Par
Portavoz G.M. ACIPA
Juan
Carlos Ramírez Panadero
Jesús Mario Blasco Blanco
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